Más tranquilidad por favor. En muchas ocasiones vamos muy deprisa para conseguir un fin que igualmente se puede lograr más despacio y disfrutando. Las prisas nunca son buenas.
La idea era salir en autobús a la tarde, pasar la noche en un albergue, cenar y salir muy temprano al día siguiente, para hacer la ruta. En el autobús nos contaron un poco sobre el lugar, lo que íbamos a hacer y lo que nos encontraríamos a lo largo del camino. Nos entregaron mapas y un resumen a cada uno para que nos lo fuésemos estudiando. La mayoría lo dobló con mucho cariño y lo guardó a buen recaudo para la colección de mapas y resúmenes.
El viaje en el autobús se nos hizo corto, entre cánticos, chistes, parloteos y demás. Llegamos a un pueblecito donde se encontraba el albergue donde cenaríamos y pasaríamos la noche.
El lugar era un pequeño pueblo de montaña con muy pocas casas y un bar con tele. Creo que en cuanto nos vieron entrar pensaron algo así como: "Ahí vienen los foráneos". Pero en cuanto se dieron cuenta de que todos pedían a la vez y no dejaban de entrar y entrar por la puerta, se agobiaron.
Y es que íbamos todos a la vez a ese único lugar tranquilo.
Los primeros se sentaron en las pocas mesas que había y el resto de pie, esperando que los encargados de cada grupo pidiesen en la barra.
En la barra, al principio había una mujer que no podía más. Entró de la cocina otra mujer que se arremangó para atender a más gente. Pero por más que recibiesen las peticiones, no podían ir más deprisa pues tenían una sencilla máquina de café que iba a su ritmo.
Yo iba con dos mujeres, entramos de las últimas en el bar y cuando lo hicimos había un barullo terrible en el interior. Pasabas del silencio casi absoluto de la calle de ese pequeño pueblo en medio de la Naturaleza al pequeño bar lleno de exaltados montañeros pidiendo su “café” de buenas noches… ;-)
La queja general era que iban muy lentas sirviendo, que no se movían.
Desde hace muchos años, los "urbanitas" estamos acostumbrados a llegar, pedir, que te sirvan y salir pitando…
Nosotras estábamos en una esquina de la barra observando el espectáculo. Siempre me ha gustado mucho observar la Naturaleza Humana... ¡¡Cómo somos!!
Por un momento me sentí como si estuviera en una obra de teatro. Los montañeros exaltados y nerviosos por pedir su café. Las dueñas muy nerviosas por no poder atender más deprisa...
Una de las mujeres que me acompañaba, finalmente también se quejó diciendo lo lento que iban y que tardarían mucho hasta llegar a nosotras que éramos las últimas.
A mi, los ojos me hacían chiribitas con lo que estaba viendo y oyendo porque la verdad, me parecía una situación ridícula. Resulta que habíamos ido a esa zona a disfrutar del entorno, de la forma de vida tranquila, a descansar y al día siguiente íbamos a hacer montaña para cargarnos de la Energía, Paz y Tranquilidad de la Naturaleza…
Así que les dije a mis dos compañeras:
“Es lógico que tarden, hemos entrado todos a la vez en el bar de un pueblo que tiene 4 casas. Venimos además, con nuestro ritmo de ciudad histérica y ellos tienen su forma de hacer. Por lo tanto deberíamos ser nosotros los respetuosos. ¿Quienes somos para exigir nada?
Ibamos charlando lo más sigilosamente que podíamos para no armar alboroto y de pronto uno de los que iba por delante exclamó con gran asombro y corriendo se acercó a unos matorrales. Nos llamó emocionadamente: “Mirad, mirad lo que hay aquí”
Los que íbamos detrás nos preguntábamos qué sucedía, (¡vaya nochecita!) y qué podía haber visto nuestro amigo en la oscuridad… Y ¡¡fue lo más emocionante que nos sucedió en todo el fin de semana!! ¡¡Luciérnagas!!
Había varias luciérnagas volando en aquel rincón y a todos nos transportó a la infancia. Abobados estuvimos mirando un buen rato, deleitándonos. No decíamos nada, solo mirábamos.
El recuerdo de aquella estampa me emociona aún. Nunca he vuelto a ver Luciérnagas y es algo que me encantaría.
No sé de qué estaríamos hablando antes de este suceso pero a partir de este momento y durante toda la vuelta, el tema general fue la añoranza de los tiempos infantiles.
Caminábamos despacio para hacer tiempo y no llegar pronto al bar. De esta manera dábamos tiempo a los "rápidos" para tomar el café y que se marchasen.
Cuando llegamos al bar, las personas que quedaban estaban tranquilas, mirando la tele, jugando a cartas o medio dormidas. Nosotros pedimos con calma nuestro “café”, lo tomamos calentito y en tropel nos fuimos a descansar pues el domingo tendríamos que levantarnos muy temprano para nuestra salida montañera.
La conclusión de todo, es que el grupo que salimos a dar la vuelta tomamos nuestro café en el tiempo que teníamos para tomarlo. Lo hicimos de manera sosegada y disfrutando del momento. No agobiamos a nadie. Pudimos ver algo que yo al menos no he vuelto a ver, las Luciérnagas preciosas. Disfrutamos de la maravillosa noche que nos ofrecía ese entorno que resultó ser maravilloso.
Hay personas que se pierden estos pequeños y fantásticos momentos y alguna vez que lo he contado en público se me dijo que era una soñadora.
Doy gracias por ello. Y a ti también por haber leído hasta aquí.
¿Tú tienes la suerte de poder ver luciérnagas en tu entorno? 😊
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Dichos, Sonrisas y tú
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Historias de Jacinta
Hasta pronto. ¡Abrazo grande!!
<<La frustración NO te ayuda a resolver los problemas.
El tomar decisiones y ponerlas en marcha, SI>>
No me gustó, me encantó. Habla de todo lo que yo pienso siempre. La prisa es la asesina de la vida. La prisa mata la vida. Y esto es patético, y más aún que tanta gente sigue estos patrones en automático.
ResponderEliminarMuchas gracias Amaia por esto. Un abrazo.
¡¡Muchas gracias Maty por tus palabras!! Abrazo grande
EliminarHola Amaia, el estrés de hoy en día es lo peor y, lamentablemente, caemos en él sin querer o queriendo y no sirve para nada... Muy buenas reflexiones las que haces. Un abrazo. :)
ResponderEliminar¡¡Muchas gracias por tus palabras Merche!! Abrazo y feliz día
EliminarHola, Amaia, me ha encantado leerte. Un paseo maravilloso, de los que a mí me gustan. A nuestro ritmo, dejando la histeria de la ciudad. Nos volvemos más observadoras, nos fijamos en los pequeños detalles y regresas con una carga de energía positiva que ya tienes para mantenerte hasta el siguiente. Ya ves que yo soy practicante habitual.
ResponderEliminarUn abrazo, Amaia.
Así es María Pilar. A los que nos gusta ese intercambio de energías, apreciamos mucho la Naturaleza. Además es un placer ver que cada día que vamos van cambiando las cosas. Es fascinante. Muchas gracias por pasarte.
EliminarUna de las cosas de mi situación actual que mas agradezco es haber dejado el estrés del trabajo. Saludos
ResponderEliminarDesde luego que sí Federico. El estrés nos corroe y no nos deja vivir plenamente. A disfrutar pues del momento. Abrazo.
EliminarMe has recordado aquellos años locos de mi juventud, en los que un grupo de amigas nos íbamos de aventura a descubrir pueblos.
ResponderEliminarQue bien cuentas las cosas. Por un momento me imaginé estar en la excursión.
¡¡Qué tiempos aquellos Paula!! Me hacen mucha ilusión tus palabras. Abrazo
EliminarMuy buena reflexión, muy necesaria en estos tiempos en los que todos vivimos aprisa. Es verdad que mientras mas corras menos ves, menos aprecias, menos vives. Gracias por este relato que nos hace pensar. Saludos.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras Ana. Abrazo grande
EliminarQue buenos consejos podemos coger de esta gran escapada que hiciste. El primero es sin duda alguna pasar mas tiempo disfrutando de la vida con la gente que aprecias. Y el segundo dejando las prisas y el estrés aparcados donde no podamos verlos. Enhorabuena por enseñarnos de lo que no tenemos que olvidar nunca. Un saludo de ANTIGÜEDADES DEL MUNDO
ResponderEliminarSaludos. Muchas gracias por tus agradables palabras que siempre son muy bienvenidas. Abrazo grande
EliminarToda una lección de vida, Amaia. Nos tomamos cualquier vivencia con prisa, casi desesperación en ocasiones. Yo también he podido ver luciérnagas, y fue con mis hijos y mi mujer en un pueblecito también pequeño y encantador. Si se soñador es actuar como hacemos los que amamos el "discurrir lento" pues bendito sea. Ser soñador es mejor que protestón. Sin duda.
ResponderEliminarGracias por compartir este ilustrativo artículo.
Saludos desde Marcosplanet.
Muchas gracias por tus palabras Marcos. Abrazo grande
EliminarHola, Amaia! Tu artículo lo dice todo a la perfección sobre las prisas y el ir deprisa. No entenderé este ritmo frenético que solamente ocasiona malas consecuencias y además nos impide saborear mejor las cosas y apreciarlas.
ResponderEliminarMuy buen pot.
Un abrazo gigante!
Muchas gracias Yolanda. Así es corremos mucho porque esta sociedad nos empuja... Y a veces no sabemos ni a dónde. Abrazo enorme
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