Me dijo que nunca se haría un tatuaje, que no le gustaban, que bastantes marcas tenía en la piel por diversas causas como para hacerse otra marca por capricho.
Julián había sido siempre un hombre de espíritu libre, le invadían la pasión y la curiosidad. La vida no le había tratado bien. Desde la infancia fue un niño enfermo, siempre tenía algo.
Nació prematuro, sietemesino, que en aquella época era peligroso. Tenían el antecedente de su hermano mayor, muerto un par de años antes de nacer el. Nació con seis meses y duró mes y medio. Su madre estaba aterrorizada con la idea de que Julián también pudiera morir.
La infancia pasó pero en su juventud tuvo muchos problemas de bronquios, de malos catarros, de alergias, de raras calenturas, de dolores de cabeza, siempre mal.
De más mayor empezaron problemas graves en las articulaciones y huesos, le dijeron que tenía los huesos de un anciano. Las migrañas eran recurrentes, tuvo diversas operaciones, variados ataques... seguía estando siempre mal.
Un día decidió tatuarse, incluso en contra de lo que pensaba sobre hacerse marcas externas en la piel. Lo decidió mirándose al espejo un caluroso día de verano. Tenía todo el cuerpo lleno de heridas y cicatrices variadas por tantas operaciones sufridas.
Acudió a un centro de tatuajes. Se lo recomendó su sobrina, le dijo que era una profesional de fiar. La profesional le atendió con cariño y finalmente se decidió por el dibujo de un ave majestuosa que volaba con las alas abiertas.
Le gustó este tatuaje en su cuerpo, representaba su valentía, su constante valor ante tanto dolor, un recordatorio constante de que podía conseguir sus sueños sin miedo.
Cuando se lo enseñó a su sobrina, esta quedó encantada y sorprendida de que su tío se hubiera decidido a hacerse un tatuaje y tan grande. El tatuaje le cubría la espalda y estaba magistralmente realizado, aprovechando marcas y cicatrices.
La sobrina miró tiernamente a su tío que siempre estaba triste pero ahora tenía una sonrisa constante.
- ¿Te ha dolido mucho? - Le preguntó a su tío
- He sufrido mucho sin quererlo, este dolor ha sido queriendo y con ilusión.
Respondió el tío con una sonrisa.
El tatuaje se convirtió en algo más que un dibujo cualquiera, se convirtió en parte de su identidad, en una declaración de amor propio, era su fuerza cuando las adversidades de salud regresaron.
Julián sabía que lo inevitable llegaba, sabía que la vida es efímera y cada momento ha de ser muy valorado.
Un día sintió mucho dolor, en el pecho, en las piernas, en los brazos, en la cabeza, y sobre todo en la espalda. A duras penas logró llamar por teléfono a su sobrina.
Cuando la sobrina y la ambulancia llegaron, Julián estaba tirado boca abajo, descamisado y con una sonrisa en la boca. La ventana estaba abierta y en el alféizar de la ventana se encontraba una gran ave que miraba con curiosidad todo lo que sucedía en el interior de la habitación.
La sobrina lloraba desconsoladamente, le ayudaron a reincorporarse y por casualidad se percató de la ave del alféizar. Cuando la miró fijamente le pareció que sonreía y entonces, la gran ave echó a volar.
Julián, sintió que volaba y de repente se vio surcando el cielo. Pasado un corto periodo de tiempo se vio en otro lugar y este lugar en el que se encontraba no era el colegio...
Klappe - Zona Tattoos - Estefano Burmistrov - Felix - Radio3 Cadena Patagonia - Pixabay
Esta es mi aportación en el VadeReto de JascNet. Este mes de Julio el tema es "El Tatuaje"
Beautiful blog
ResponderEliminarMuchas gracias Rajani. Bienvenida
EliminarPlease read my post
ResponderEliminarPor supuesto, ahora lo leo
Eliminar¡Enhorabuena, Amaia!
ResponderEliminarUn relato lleno de emotividad y simbolismo.
Estos tatuajes sí tienen todo el sentido y el llevarlos "puestos" le confieren todo el valor de esas marcas que la vida te va sellando.
El final no deja de ser dulce, dentro de lo trágico; establece un fabuloso viaje auspiciado por esa majestuosa ave. Un viaje que narras bellísimamente en esa otra entrada que me da a conocer a una extraordinaria Amaia.
Otro grandísimo relato para este VadeReto dibujado.
Muchísimas gracias.
Abrazooo
¡¡Muchísimas gracias por tus palabras Jose Antonio!!
ResponderEliminarAbrazo enorme
Un relato muy emotivo, Amaia. Te alegras y a la vez te conmueve por dentro. Me ha gustado mucho ese tatuaje elegido por la que representaba para el protagonista: valentía para poder conseguir sus sueños sin miedo.
ResponderEliminarPrecioso.
Un fuerte abrazo.
Muchísimas gracias María Pilar. Abrazo enorme
ResponderEliminarPrecioso relato Amaia, muy buena aportación al reto. El protagonista por fin podrá descansar de tanto sufrimiento haciendo una de las actividades más hermosas que se puedan realizar como es volar.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muchas gracias Antonio. Abrazo grande
Eliminar¡Pero qué lindo te ha quedado! Es una linda, muy linda historia con un final emotivo y sorprendente. Mucho sentimiento aquí, así como eres tú. Muchas gracias Amaia! Un abrazo grande.
ResponderEliminar¡¡Aiiii, cómo me gustan tus palabras!!
EliminarBesazos y abrazo enorme!!
Qué historia más fantástica y ¡que final! Inmejorable. Besos :D
ResponderEliminarMuchísimas gracias Margarita. Abrazo muy grande
EliminarHola Amaia.
ResponderEliminar¡Muy buena aportación al reto! Un tatuaje que tiene todo el sentido que merece.
El protagonista ha dejado, por fin, esta vida de sufrimientos, enfermedades y cicatrices. Ha decidido vivir lo que le resta de vida con valentía ante tanto dolor, es un recordatorio constante de que puede conseguir sus sueños sin miedo. Y puede disfrutar de lo que más deseaba: descansar de tanto sufrimiento volando. El ave es el consuelo para esa sobrina que entendió su deseo.
Un abrazo!
Muchísimas gracias. Aprecio mucho tus palabras. Abrazo enorme.
EliminarHermoso Amaia, qué buen aporte al VadeReto. Me encantó. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuchas gracias Ana. Abrazo enorme
EliminarSi, pues he salido corriendo al tatuador, yo tambien quiero volar, que me hagan un condor o un alcatraz. Je je. Muy bien narrado, los tatuajes son MAGICOS
ResponderEliminarJa ja ja, pues ya contarás qué tal el vuelo!!! Muchas gracias y abrazo grande
EliminarHola Amaia, qué relato más emotivo y con una gran carga sentimental. Primero el hecho de hacerse el tatuaje sobre las heridas de su pasado; después ese gran tatuaje, el ave fénix, tan bonito y majestuoso como es y, por último, el final tan estupendo, el hombre convirtiéndose en su propio tatuaje y volando libre, por fin. Muy bonito. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Muchísimas gracias Merche. Abrazo muy grande
EliminarNo soy amigo de tatuajes, pero si de bonitas historias como la tuya con este simbólico final.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias y abrazo grande
EliminarUna historia fantástica con un final genial! Es verdad que el dolor que puede causar un tatuaje no es nada comparado con el que sufren tantas personas cada día por sus múltiples dolencias. Cuando ese tatuaje lo decidimos por una causa clara, el dolor que nos cause es totalmente soportable! Un abrazote!
ResponderEliminarMuchas gracias Marifelita. Abrazo grande
EliminarMuy buen relato con un final hermoso, que lo dice todo, la libertad plena rumbo al cielo, gracias por él, Amaia, abrazo grande
ResponderEliminarPues vaya camino que le ha tocado a Julian... Primero mala salud y enfermedad, y todo eso hasta el final. suerte del tatuaje, que le facilito el transito a la segunda parte, el no colegio, que vaya angustia e incertidumbre y padecicmientos sin saber para que. esperemos que despues de salir de nuevo a la vida, como niña le vaya mejor, porque hasta ahora...
ResponderEliminarabrazoo, Amaia